¿Qué es un Planetario para Ciegos?
Fundamentos del proyecto:
Uno de los aspectos más importantes para el desarrollo de una persona es su relación con el medio en el que vive. El conocimiento de este será el origen de todas las preguntas y futuras curiosidades, será, el motivador de estudio y proveerá de la seguridad necesaria para experimentar con este.
La Astronomía es, según muchos, la madre de todas las ciencias naturales ya que en los fenómenos celestes se hayan reflejadas las más variadas disciplinas del saber humano. Pero también es una rama del saber con la que se experimenta una sensación ambivalente: por un lado ese deseo de escudriñar lo misterioso y por otro, la noción de inconmensurabilidad que representa hace que muchos crean que esto es para pocos ubicando a la Astronomía en un plano de conocimiento elitista de difícil acceso.
Para quienes estamos a cargo de esta idea, el saber es un bien al que puede acceder cualquiera y es responsabilidad de quien conozca adaptar los mensajes a los diferentes niveles de los interesados. Con respecto a nuestro proyecto de enseñanza de la Astronomía a personas ciegas e amblíopes creemos que la única barrera a sortear será el prejuicio y una vez salvada unas simples adaptaciones al tema harán que nuestros destinatarios “vean el cielo” y conozcan sus misterios con el mismo rigor de verdad que cualquier aficionado a esta ciencia.
Conceptos de Astronomía Observacional:
Uno de los astrónomos más importantes de la antigüedad fue Hiparco de Nicea (c. 190-120 a.C.), un astrónomo griego llamado así porque nació en la ciudad de Nicea, Bitinia (hoy Iznik, Turquía). Sus estudios nos llegaron a nosotros gracias al gran astrónomo Tolomeo quien en el año 90 antes de Cristo escribió una obra que sería infaltable en la biblioteca de cualquier persona que se considerara culta, hasta el Renacimiento. La Obra se llama el Almagesto y es una recopilación del saber astronómico de su época, de estudios del propio Tolomeo y trabajos realizados por terceros como por ejemplo el catálogo de las estrellas de Hiparco donde aparecían en un mapa celeste (así se llaman) la posición de más de 1.000 estrellas divididas según su brillo en seis magnitudes numeradas del 1 al 6. Las estrellas de magnitud 6 serían las que el ojo humano apenas puede ver y las de magnitud 1 corresponderían a los astros más brillantes del cielo.
Era la primera vez que se evidenciaba el hecho de que no todas las estrellas se ven con el mismo brillo. Por supuesto en la época de Hiparco no existían las grandes ciudades que están cubiertas por un manto de luz que nos impide ver muchas estrellas, ni la contaminación ambiental existía. Hoy, desde Mar del Plata por ejemplo, podemos observar hasta magnitud 4,5 y más allá de eso necesitaremos el auxilio de un telescopio.
Lo interesante de todo esto es que Hiparco utilizó lo único que disponía para estudiar el cielo que eran sus propios órganos, sin ningún tipo de instrumental que aumentara o mejorara de alguna manera su capacidad de observación. Podemos entonces llevar fácilmente estos conceptos a una emisión de sonido que nos será útil para lograr un “mapa mental” del cielo que tenga la mayor correspondencia posible con el real. Las magnitudes de este muchacho de Nicea aumentaban 2,5 veces la magnitud anterior, es decir, que una estrella de magnitud 3 sería 2, 5 veces más brillante que una de magnitud 4. Pero nuestro ojo no distingue con tanta sutileza esas diferencias y por otro lado, llevar esto al audio resultaría conceptualmente erróneo y a que estrellas que puedo observar sin que me produzca ningún problema a los ojos llegarían a ser, en nuestra nueva escala, ruidos molestos que confundirían la realidad que estamos estudiando.
Si Hiparco hubiera tomado nuestra premisa seguramente hubiera colocado la magnitud 6 en las estrellas que se escuchen en 10 dB, más o menos lo que consideramos el umbral de la audición humana, quienes no escuchan muy bien no pueden escuchar las magnitudes 6, de la misma manera que muchos de nosotros, me incluyo, que no poseemos una visión perfecta (y ahora olvidando que esto es imposible actualmente desde las grandes ciudades por lo que citábamos anteriormente) no podemos observar esas mismas estrellas en el cielo. Los astros de magnitud 5 vamos a relacionarlos a un sonido en 20 dB. que corresponde al ruido de las hojas de los árboles, la siguiente magnitud (4) corresponderá a unos 30 dB. y será comparable al ruido existente en una casa urbana normal. A las estrellas de magnitud 3, fácilmente observables para cualquiera que tenga una vista no muy menguada las pasaremos a 40 dB., lo que es una conversación en voz baja y a las estrellas de magnitud 2 les corresponderán 50 dB que es el equivalente a una radio escuchando música suave. Hiparco llegó a que las estrellas más brillantes eran las de magnitud 1 y a esas las haremos corresponder con 60 dB., que es el nivel de sonido que tiene una conversación ordinaria (y una conversación donde no se digan malas palabras también).
Pero lo que obviamos decir es que los científicos actuales tuvieron que corregir a este buen griego pues “escuchando” mejor el cielo descubrieron que algunas estrellas y planetas se encontraban por encima de la magnitud 1. Entonces los llamaron de magnitud 0 y nosotros les daremos 70 dB., pero como todavía se quedaban cortos tuvieron que agregar más y utilizando números negativos tenemos de magnitud -1 con 80 dB., que es algo así como el ruido que se desprende de una calle con bastante tráfico, magnitud -2 (90 dB), magnitud -3 (100 dB.) y magnitud -4 como la que llega a alcanzar Venus, por ejemplo, a la que le vamos a otorgar un nivel de sonido de 110 dB., esa va a sonar como un taladro de rocas y tal vez de esta manera nos logremos dar una idea que del sonido que se desprende de esta última al ruido de las hojas de las primeras hay una diferencia importante, que es la misma existente en el brillo observado de las estrellas en el cielo.
También las estrellas tienen diferentes colores:
A esta altura los lectores de este apunte entenderán más del cielo que muchas personas desprevenidas que se sorprenden cuando alguien les hace ver que los astros en el cielo se muestran con diferentes brillos y también, como veremos a continuación, con diferentes colores. Debido a su edad las estrellas tienen diferentes temperaturas y tamaños, la temperatura hace que estas sean de diferentes colores como por ejemplo rojas, amarillas o azules. Hay más distinciones pero usaremos estas para determinar con cuales colores se muestran las estrellas en el cielo.
Para eso convendremos en que el rojo será un sonido grave mientras que el azul corresponderá a una emisión más aguda, el amarillo quedará a medio camino entre ambos y la luz blanca, que es en realidad una saturación de todos los colores, quedará representada en un sonido que también represente la sumatoria de los anteriores.
Algunas consideraciones útiles:
En este momento nuestro conocimiento del cielo es lo bastante bueno como para manejarnos en él con total naturalidad, casi, como si lo conociéramos de toda la vida, incluso, casi como si pudiéramos tocarlo. Pero para mejorar un poco nuestra idea cabe destacar algunas otras figuras que se nos presentan en el cielo nocturno y para ello debemos estudiar algo más sobre Astronomía.
Nuestra galaxia, la Vía Láctea, es una galaxia de forma espiral y en uno de sus brazos más externos se encuentra el Sol y girando alrededor de él la Tierra junto con los otros planetas, asteroides, cometas y cuerpos menores del Sistema Solar. Es por eso que el brazo galáctico que se encuentra justo al lado del que nos contiene se puede ver en el cielo como una franja nubosa. A esa “nubosidad” la llamaremos “ruido o interferencia” pues actúa de la misma forma. Más atrás de esa interferencia no podemos observar nada pues nos tapa de la misma manera que el ruido que llamamos fritura nos dificulta una conversación telefónica. Le daremos unos 20 dB para hacernos una idea de su magnitud.
Así nos va quedando completo nuestro mapa del cielo, lo hemos poblado de estrellas pero también en las magnitudes dadas anteriormente entrarán los planetas que pueden escucharse sin necesidad de ningún instrumento que los amplifique, estos son: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Se diferenciarán de las estrellas porque estas podríamos decir que tienen un ruido intermitente ya que son fuentes de sonido. Mientras que los planetas hacen rebotar el sonido de las estrellas (diríamos en términos más corrientes que reflejan la luz de las estrellas) y por eso, aunque son cuerpos opacos podemos verlos y en nuestro caso particular escucharlos.
domingo, 11 de enero de 2009
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